Los viajes de prospección son parte fundamental del éxito de nuestros tours y a ellos dedicamos siempre un esfuerzo importante: preparación previa, jornadas interminables de volante buscando las mejores carreteras, continuas reuniones, visitas a proveedores, algún que otro susto y mucha, mucha risa.
Reservamos este apartado para contaros algunas historias, anécdotas y situaciones (algunas surrealistas) vividas en estos viajes.
En Classics on the Road dividimos cada temporada entre los meses para viajar con clientes, y los meses para preparar los tours y hacer los viajes de prospección. Estos últimos, siempre acaban agendados en la temporada baja, que normalmente coincide con las épocas de peor climatología.
Parece lógico ir a los Alpes en diciembre y encontrarse las carreteras congeladas, como nos ocurrió con el Centenario de Aston Martin, en el que incluso, el segundo día de prospección, tuvimos que cambiar el coche de alquiler por otro con ruedas de invierno y que fuese 4×4. Resultado: 3000 kilómetros por toda Europa con el asfalto cubierto de nieve y hielo que disfrutamos como enanos. Pero a veces la nieve nos sorprende en lugares donde no se la espera…
En la isla de Sicilia, preparando un viaje para el Morgan Sports Car Club de España, ascendimos “la Portella de la Femmina Morta”, un paso de montaña de unos 1500 metros. Todo iba perfecto hasta que alcanzamos el primer collado, pero poco después empezó a nevar tanto que los limpias no daban abasto, el asfalto de la carretera desapareció y la nieve comenzó a acumularse cada vez más.
Reconfirmamos la ruta a seguir con unos lugareños, previo empujón a uno de sus coches 4×4 que estaba atascado en la cuneta y poco a poco fuimos avanzando hasta llegar a una subida de unos 500 metros de longitud. Ahí se decidiría si continuábamos o si por el contrario dormíamos en el coche esperando a que pasase la quitanieves… si es que pasaba.
Cogimos velocidad; la suficiente para, a ojo de buen cubero, subir el repecho, pero sin pasarnos para no acabar deslizando y con el coche en la cuneta.
Los neumáticos comenzaron a resbalar, la nieve pegaba en los bajos del coche, la velocidad iba disminuyendo y no lo veíamos nada claro. Al final, por los pelos, conseguimos coronar la rampa y llegar a un tramo por el que la quitanieves ya había pasado.
En enero de 2017 nos fuimos para Grecia a preparar un viaje previsto para la primavera. Había una ola de frío en media Europa y ya en el aeropuerto de Atenas, nos avisaron de que quizás encontrásemos “algo de nieve” en la carretera.
En vista de la experiencia que ya teníamos con el tema, decidimos alquilar “el mejor” todoterreno que tuviesen disponible, y que resultó ser un pequeño (muy pequeño) Suzuki Vitara con bloqueo de diferencial, control de descensos y no sé cuántos botones más destinados a su uso fuera del asfalto. Creo que el segundo día ya habíamos utilizado todos ellos y aún así, nos tocó bajarnos a empujar y palear nieve en más de una ocasión.
En la Grecia profunda, las quitanieves brillan por su ausencia, así que cada vez que teníamos que pasar algún paso de montaña, cruzábamos los dedos para que no fuese demasiado problemático, sabiendo que nadie iba a ir a buscarnos.
El momento más complicado, que resultó ser el más divertido en lo que a volante se refiere, lo vivimos cuando nos llamaron del hotel en el que teníamos previsto dormir en el monte Parnaso, para avisarnos de que estaba nevando mucho, que el acceso estaba bastante complicado y que varios clientes se habían tenido que dar la vuelta.
Como es habitual, llegamos bastante tarde, el acceso era poco más que una pista asfaltada y tenía bastante pendiente. 5 kilómetros nos separaban del hotel y había que intentarlo.
Juan: “Acelera, acelera, mete tercera que patina, colócate a la izquierda, ahora a la derecha…”
Diego: “¡No veo nada! …”
Juan: “yo tampoco, pero sigue recto. El iPhone dice que estamos en la carretera…”
Diego: “Uff… casi me salgo…”
Juan: “¡Sigue acelerando que nos quedamos!”
Diego: “Me veo caminando con la maleta hasta el hotel…”
Juan: “¡No fastidies!, hace un frío del carajo. Mañana nos encuentran tiesos… ¡Izquierda, izquierda!”
Diego: “vamos, vamos que ya casi lo tenemos”
Juan: “¡Reduce, reduce que te sales! ¡es a la izquierda!
Diego: “tranquilo, que yo controlo” (Típica frase que dices cuando no lo tienes controlado)
Juan: “El iPhone dice que quedan 500 metros! …”
Diego: “¿pero seguimos en la carretera? …”
Juan: “Eso creo… veo luces… ¡lo tenemos, ahí está el hotel!”
Diego: “¡Menuda subida! ¡Voy a dar la vuelta y la repetimos!”
Juan: “¡No tienes remedio ja ja ja! …pero esta vez conduzco yo.
Juan Campuzano